Para dormir bien es mejor leer un libro impreso antes que una tableta

La luz azul que emiten las pantallas trae trastornos de sueño, según un estudio de un Hospital de Boston; cambia la producción de melatonina.



Para dormir bien es mejor leer un libro impreso en lugar de un libro electrónico, según un estudio estadounidense publicado este lunes, que afirma que la luz azul de estos aparatos afecta el sueño, algo con lo que se viene insistiendo hace tiempo.

Los investigadores del Brigham and Women's Hospital de Boston compararon los efectos biológicos de ambos tipos de lectura antes de dormir, en un estudio que aparece en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Durante dos semanas, doce participantes leyeron libros electrónicos en tabletas y libros impresos cuatro horas antes de dormir, durante períodos de cinco días consecutivos.

"Aquellos que leían libros en tabletas tardaban más en dormirse, tenían menos sueño la noche, y su producción de melatonina (que induce el sueño) se reducía", explica en un comunicado Anne-Marie Chang, autora del estudio e investigadora en ciencias del sueño del hospital de Boston.

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Asimismo, "su reloj circadiano (reloj biológico interno) se retrasaba y estaban menos despiertos al día siguiente que aquellos que leyeron libros impresos", agregó. Los "ritmos circadianos naturales del cuerpo son interrumpidos por la luz de ondas cortas, conocida como luz azul, que proviene de esos aparatos electrónicos", aseveró Chang.

Los investigadores constataron que los lectores en tabletas se duermen una hora más tarde que los otros y están menos alertas al día siguiente, incluso después de ocho horas de sueño.

Precedentes investigaciones habían mostrado el efecto de la luz azul en la secreción de melatonina, pero no habían estudiado sus efectos en el sueño, indicaron los científicos.

Los investigadores piensan que el uso de estos aparatos, principalmente entre los niños y adolescentes, "juegan un papel al perpetuar la falta de sueño", una tendencia que se agrava desde hace medio siglo, aseguran, por lo que piden investigaciones sobre las consecuencias a largo plazo en la salud.

Fuente: La Nación

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