Escribir en prisión: la literatura amenazada por la política

En Irán, Paraguay o Colombia, escribir literatura puede ser una actividad que entraña extremo peligro; los modos que el poder encuentra para silenciar las voces que molestan.

Ante las puertas de Brandeburgo, en Berlín, seguidores de Mahvash Sabet y del movimiento religioso Bahái protestaron por la sentencia a 20 años de cárcel de la poeta iraní. Foto: BOBLYP
"No puedes ver la aflicción una vez que las luces se han apagado", escribe Mahvash Sabet, que anhela "la oscuridad, la completa extinción de luz". Es lógico y atendible su sentimiento. Hace casi siete años que la profesora y poeta iraní escribe en persa su dolor. Desde 2008 cumple una sentencia a 20 años de prisión por su condición de poeta y por profesar la fe Bahái, minoritaria y perseguida fuertemente en Irán.

Lo paradójico de la falta de su libertad física, es que su obra se logra difundir por el mundo. Prision Poems, fue traducido de su idioma natal al inglés y publicado por el editor británico George Roland. Puede adquirirse para dispositivos electrónicos por 9,99 dólares en Amazon.

Mahvash Sabet es el símbolo de la lucha por la libertad intelectual y uno de los casos más preocupantes y por los que más lucha el PEN Internacional, la entidad que nuclea escritores y periodistas de todo el mundo, creada en 1921, y con representación en casi 150 países.

Para el Día del Escritor en Prisión, que desde hace 33 años se conmemora cada 15 de noviembre, Mahvash Sabet recibió una carta de solidaridad y de aliento del escritor Alberto Manguel: "No puedo ofrecerle nada en su celda, excepto mi devoción como uno de sus lectores, mi confianza en que tiempos mejores llegarán y mi amistad lejana pero sincera".

La misiva recorre el mundo, despertando la conciencia del peligro que corren quienes opinan o escriben distinto en países donde no hay posibilidad de disenso. Y como dice Manguel: "No sé si usted puede encontrar consuelo en el hecho de que varias generaciones de lectores recordarán su nombre de la misma manera en la que recuerdan el suyo propio, mucho tiempos después de que los nombres de sus carceleros hayan sido barridos de la faz de la tierra".

En 2014, unos 900 escritores en el mundo sufrieron alguno de estos delitos provenientes del poder o de las mafias vinculadas con el narcotráfico o el terrorismo: prisión, homicidio, desaparición o acoso.

A apenas 24 días de comenzado 2015, ya todos sabemos que esa cifra se incrementó dolorosamente con cinco de las 12 las víctimas fatales del ataque terrorista contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo: los dibujantes Charb, Wolinski, Cabu, Tignous y Honoré.

Los riesgos que corren escritores y periodistas vienen desde los inicios de la historia, aunque recién en 1960, en plena Guerra Fría, PEN Internacional formó su comité de Escritores en Prisión y 38 años después, en 1998, publicó la primera guía para defender a los autores atacados.

Mahvash Sabet transita su dolor en una cárcel de Irán y su salud se resquebraja. La situación en África es apabullante, básicamente porque las diferencias entre el poder (formal o mafioso) y quienes se animan a escribir lo que viven, lo que sufren, lo que rechazan se suele dirimir simplemente con un balazo, con suerte de frente.

Si se recorre el reporte que brinda cada país africano a PEN Internacional, mayoritariamente se refiere a crímenes. Parece ser un continente con poco margen para que los autores al menos se consuelen con largas permanenecias en la cárcel y que, a pesar de todo, encuentren cómo difundir las ideas estando tras las rejas. En África, los mayores problemas los padecen escritores de Angola, Burkina Faso y Camerún.

El continente americano también tiene sus convulsiones. Desde los Estados Unidos hasta Paraguay, se suceden los crímenes, los secuestros, las desapariciones, las sentencias y amenazas contra escritores y periodistas.

No deja de llamar la atención positivamente que la presidenta de PEN capítulo argentino, Luisa Valenzuela, confirme que en nuestro país no se reportan casos. Quizá, sólo estén hasta ahora exentos de graves disgustos escritores y periodistas de la Argentina y de Uruguay.

Un relevamiento por el continente pone especial atención sobre Honduras y Guatemala, que lideran el triste ranking, aunque le siguen de cerca México, Colombia, Cuba, Venezuela, Brasil, Paraguay, Estados Unidos, Surinam, Perú, Nicaragua, Honduras, Haití, Guatemala, Ecuador y República Dominicana.

Si no fuera dramático, podría considerarse una broma de mal gusto. El propio presidente del capítulo PEN de Honduras, Julio Ernesto Alvarado, fue inhabilitado para ejercer el periodismo por 16 meses. En noviembre pasado, el gobierno hondureño lo sancionó por supuestamente haber difamado a un funcionario público. Su caso ha llegado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

En México, en tres meses fueron asesinados cuatro periodistas. María del Rosario Fuentes Rubio y Jesús Antonio Gamboa Urías murieron con una diferencia de menos de siete días, en octubre pasado. En septiembre había perdido la vida Víctor Pérez Pérez y en agosto, Octavio Rojas Hernández. Falta de justicia, narcotráfico e impunidad podrían inscribirse en sus lápidas.

En Brasil, en 2014 hubo siete autores asesinados: Rodrigo Neto de Faria, periodista de 38 años que investigaba la corrupción policial en Ipatinga, Mina Gerais; José Roberto Ornelas de Lemos, Paulo Roberto Cardoso, Eduardo Carvalho, Francisco Gomes de Medeiros, Mario Randolfo Marques Lopes y Décio Sá.

En Colombia, en cambio y afortunadamente, hubo sólo un autor asesinado: Guillermo Quiroz Delgado. En Cuba, donde el régimen castrista ha detenido por años a centenares de ciudadanos opositores, el caso emblemático es el de José Antonio Rodríguez. Fue corresponsal del diario oficial Granma y cumple una condena a 14 años, desde febrero de 2011.

Un reciente libro publicado en Perú saca a la luz las atrocidades sufridas por ocho periodistas y un guía de montaña el 26 de enero de 1983. En esa fecha, fueron asesinados los periodistas Eduardo de la Piniella, Jorge Sebano, Amador García, Luis Mendívil, Félix Gavilano, Pedro Sánchez, Octavio Infante y Willy Retto y el guía de montaña, Juan Argumedo.

Los periodistas Víctor y Jaime Tipe Sánchez trabajaron durante dos años y medio para alumbrar Uchuraccay, el pueblo donde morían los que llegaban a pie, y poder reconstruir los pormenores de la matanza de sus colegas que se habían dirigido a esa zona para cubrir enfrenamientos entre la población campesina local y los guerrilleros de Sendero Luminoso.

Al igual que los poemas de Mahvash Sabet, la obra de estos periodistas peruanos se conseguirá por Internet. "Queremos dejar un registro de lo que pasó aquella vez, para que las nuevas generaciones entiendan", argumenta Jaime Tipe, al recordar que la matanza de ese grupo de periodistas causó una fuerte conmoción en el gobierno de Fernando Belaunde, que lo obligó a organizar una comisión investigadora, que presidió Mario Vargas Llosa.

La investigación liderada por el único premio Nobel de Literatura de lengua española vivo había concluido que los campesinos de Uchuraccay habían sido los únicos responsables de la matanza. Tesis que nunca avalaron los familiares de los muertos y que se descolora con la nueva investigación que confirma la presencia de militares en la zona y el consejo que le habían dado a los campesinos de "matar a los que vienen a pie". Es que el ejército oficial peruano que combatía la guerrilla se movía en helicópteros. Los que caminaban eran los guerrilleros de Sendero Luminoso. El consejo tan elemental podría haber sido determinante para que, en vez de averiguar quiénes eran los que venían de a pie, se decidirá matarlos sin más preámbulos.

Quizá dos de las situaciones más inverosímiles se registran en Paraguay. El escritor César Ávalos recibió amenazas de muerte apenas publicó La otra cara de Horacio Cartes, la biografía del actual presidente paraguayo y megaempresario que llegó hace pocos años a la política.

Dirigente del Partido Colorado (agrupación que ha manejado el poder de ese país durante más de 60 años, incluso durante el mandato del general Stroessner), Horacio Cartes no logra superar las sospechas de vínculos con el narcotráfico que tienen hasta sus propios compañeros de ruta política.

Hasta la presidenta de esa agrupación, Lilian Samaniego, manifestó públicamente sus resquemores. Sucede que en 2000, una avioneta brasileña con un cargamento mediado de cocaína apareció en una estancia perteneciente a Cartes.

Aunque nuevo en la política, las amenazas sufridas por Ávalos muestran a un empresario imbuido de las viejas prácticas lejanas a la aceptación de la libertad de expresión.

¿Cuántos autores a lo largo de la historia han escrito y fantaseado con una máquina del tiempo? ¿Acaso hasta en el cine no ha sido un tema recurrente, con Volver al Futuro como film taquillero mundial? Muchos. Entre ellos, H.G. Wells. Aunque para la escritora paraguaya María Eugenia Garay Zucolillo, autora de Un viaje fantástico-El túnel del tiempo, su colega Nelson Aguilera ha efectuado un "plagio inteligente" en su obra infantil Karumbita, la patriota.

Hermana del ministro de la Corte Suprema de Justicia, César Garay Zucolillo, la escritora inició acciones legales y se convirtió en el primer caso de su país de un enfrentamiento de autores de estas características.

Nelson Aguilera fue condenado en primera instancia a dos años y medio de cárcel y aguarda que la Corte Suprema de una respuesta positiva a su apelación y evite así la temible cárcel de Tacumbú.

"El supuesto plagio no fue demostrado en absoluto. Los peritos de la otra parte fueron un contador y una profesora que jamás realizó una pericia de este tipo en su vida. Todo esto es suficiente razón para anular una sentencia vergonzosa que tan sólo demuestra el tráfico de influencia de la demandante, cuyo hermano es un ministro de la Corte", explica Aguilera.

Sucede que tanto en una obra como en la otra, los autores se enfocan en volver al pasado, puntualmente al 14 y 15 de mayo de 1811 cuando comenzó a concretarse la independencia de Paraguay del reino español.

A diferencia de Mahvash Sabet, cuya obra puede conseguirse, aunque ella esté en prisión, los 1147 ejemplares de Karumbita, la patriota fueron requisados en la editorial Santillana, el 18 de agosto de 2010, y Nelson Aguilera lucha en tribunales por mantener su libertad y recuperar la de su obra.

"La creatividad no puede ser apresada", sentencia Aguilera, quien a pesar del conflicto judicial ha publicado dos títulos de la serie Karumbita -Karumbita, Karumbita y el misterio de los libros y Karumbita va al Mundial- y en los próximo meses se editará Karumbita en las garras de la jungla.

El peregrinar judicial de Aguilera ha tenido su costado positivo, según su propia interpretación: "Ahora no sólo se me conoce en mi país, sino en 144 países en que el PEN Club de Londres está haciendo campaña en mi favor. Me han apoyado escritores de Canadá, la Argentina, Noruega, Inglaterra, estudiantes de Oxford, de México, de Uruguay. Yo sigo escribiendo a pesar de la tormenta a mi alrededor. Las vicisitudes presentes me inspiran aún más. Esta gente no podrá acallar mi voz".

Aunque la Corte Suprema debe pronunciarse sobre este expediente, el hecho de que el juez Garay Zucolillo tenga que enfrentar un juicio político por su desempeño profesional parece ralentizar el expediente sobre plagio. "El tráfico de influencia que ejercía la demandante era enorme. Estoy seguro que con el juicio político a su hermano se le bajarán los humos. Toda esta situación es totalmente descabellada y ya pasa lo ridículo", sentencia Aguilera que, a pesar del disgusto, no es un feroz crítico de su demandada.

"Nunca he tomado ni siquiera una taza de té con ella. La pobre está obnubilada. Es una buena poeta, pero la narrativa no es su fuerte. Yo creo que quiso más prensa y la tuvo pero negativamente. Siento mucha pena por ella. No tengo resentimientos en su contra. La perdoné y la sigo perdonando. En mi ánimo no hay revanchismos ni rencores. Yo quiero paz y que ella siga produciendo lo que sabe hacer: poesía", afirma.

"Su proceso tiene cariz de caza de brujas, lejos de toda discusión literaria. Opino, junto con los expertos, que no ha habido plagio alguno sino un acercamiento similar a temas que son de dominio público. Y ya que de máquinas del tiempo se trata, imaginemos no más a H.G. Wells haciéndole juicio a la señora María Eugenia Garay; como si la intertextualidad no fuera muchas veces parte de la creación literaria", lo consuela Luisa Valenzuela.

CUANDO CREAR ES UN RIESGO

Dos casos distintos y el panorama de América

Mahvash Sabet (Poeta iraní)

Profesora, licenciada en psicología, comenzó a escribir poemas en prisión. Está detenida desde 2008 y cumple una condena a 20 años. Profesa la fe Bahái, minoritaria y perseguida en Irán. Tiene 61 años y padece tuberculosis

Nelson Aguilar (Escritor paraguayo)

Autor de literatura infantil, por Karumbita, la patriota fue denunciado por María Eugenia Garay, que considera que plagió su libro Un viaje fantástico-El túnel del tiempo. Tiene 53 años, recibió una condena inicial a dos años y medio de prisión que apeló ante la Corte y aguarda la decisión.

900

Escritores en riesgo: El informe de PEN Internacional reveló que ésa fue la cifra de escritores entre detenidos, asesinados, desaparecidos o acosados en 2014 en todo el mundo. De esa cifra, 283 fueron detenidos recientemente o cumplen condenas.

Honduras y Guatemala: Son los dos países de América en los que escritores y periodistas afrontan más riesgos en la actualidad. Le siguen, México, Colombia, Chile, Venezuela, Cuba, Paraguay, Estados Unidos, Surinam, Perú, Nicaragua, Haití, Guatemala, Ecuador y República Dominicana. El capítulo argentino de PEN Internacional no tiene denuncias de autores locales.

Fuente: La Nación

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